¿Existe adicción al azúcar?
Una serie de estudios llevados a cabo en el 2007 mostraron que el azúcar tiene un poder atractivo más fuerte que el de la cocaína. Esta adicción afecta a millones de personas en el mundo y provoca numerosas patologías tales como la obesidad, la diabetes y algunas formas de cáncer, por no citar los ejemplos más mórbidos.
La verdad es que el azúcar refinada no es necesaria en el plan nutricional, pero su accesibilidad y su consumo no han cesado de aumentar en el transcurso de los 3 últimos siglos. Por ejemplo, en Francia, el consumo por persona ha pasado de menos de 2 kg por año a inicios del siglo XIX a más de 35 kg por año al inicio del siglo XXI.
Hace un tiempo, no muy lejano, estaba reservado sólo a una élite pudiente y rica. Hoy en día, la edulcoración del mundo es casi total. Es difícil de escapar. El azúcar está presente en innumerables productos alimentarios, en gran parte bajo la forma añadida.
Está claro hoy en día que el azúcar es consumido esencialmente por su sabor dulce, que es evidentemente una gran fuente de placer y de satisfacción. El sabor dulce activa en paralelo los diferentes componentes del neurocircuito de la recompensa y la motivación. De hecho, todas las drogas tienen igualmente el poder de activar estos circuitos, aunque de manera más intensa y más prolongada.
Pero, ¿cómo pasa esta activación cerebral a un supuesto estado de adicción al azúcar? En el animal, el sobreconsumo de azúcar puede conducir a un estado de tolerancia y de dependencia que se relaciona al estado de dependencia a la heroína o a la morfina. En estos estudios se observó un estado de ansiedad ante la falta de consumo de azúcar y también un consumo compulsivo del mismo.
Aún existe poca evidencia y estudios sobre este tema pero esta insuficiencia de pruebas no es, en ningún caso, prueba de ausencia del fenómeno. Esto nos recuerda la historia de la lenta toma de conciencia de la realidad de la adicción al tabaco.
Consulta con un profesional que te pueda orientar sobre cómo controlar esta adicción.
