Emociones intensas
sólo ayuda a regular el ritmo cardíaco y los niveles de azúcar en la sangre, sino que también es
fundamental para la formación de recuerdos y emociones.
Parte del sistema límbico, la amígdala, se cree que conecta la información sensorial a las
respuestas emocionales. Su desarrollo, junto con los cambios hormonales, puede dar lugar a
nuevas experiencias intensas de ira, miedo, agresión (incluso hacia uno mismo), excitación y
atracción sexual.
En el transcurso de la adolescencia, el sistema límbico está bajo un mayor control de la corteza
prefrontal, el área justo detrás de la frente, que se asocia con la planificación, control de los
impulsos y el pensamiento superior.
Conforme las otras áreas del cerebro comienzan a ayudar al control de procesos emocionales,
los adolescentes mayores ganan un poco de equilibrio y les resulta más fácil interpretar a los
demás. Pero hasta entonces, a menudo malinterpretan a los maestros y padres de familia.
Uno puede ser lo más cuidadoso posible y aun así generar lágrimas o ira, porque a veces han
entendido mal lo que uno les ha dicho.