Nutrición y estética

Nutrición y estética
Nutricionista Lima

viernes, 13 de enero de 2012

Huesos robustos y fuertes. NUTRICIÓN ESTÉTICA

Huesos Fuertes


Mente joven en cuerpo joven, se puede decir haciendo alusión a las investigaciones realizadas sobre la relación entre actividad física y envejecimiento. Lo importante es que los efectos rejuvenecedores del ejercicio no se limitan al cerebro sino que se extienden a otros muchos órganos.

Ejemplos obvios son el corazón, los pulmones y los músculos. Una persona que practica actividad física aeróbica mantiene su capacidad cardiorespiratoria mejor que una persona sedentaria. Una persona que practica actividades de resistencia mantiene mejor su fuerza muscular. No evitan el envejecimiento, pero lo retrasan. Ganan tiempo al tiempo.

Un ejemplo menos evidente, pero igualmente importante, son los huesos, que pierden calcio y se vuelven más frágiles con la edad. Por eso las personas mayores tienen mayor riesgo de fracturas que las jóvenes. Y una fractura, a edades avanzadas, es una lesión grave. Una de cada cinco personas mayores de sesenta y cinco años que sufren una fractura de cadera muere durante el año siguiente. Afortunadamente, existen dos antídotos. Dos maneras de construir y mantener un esqueleto saludable y resistente a las fracturas.

Uno de ellos es una dieta rica es calcio y vitamina D, especialmente en la infancia y la adolescencia, porque los huesos se construyen en las edades de crecimiento. En esto se diferencia de los músculos, que pueden seguir creciendo si se ejercitan durante la vida adulta. Los huesos alcanzan su fortaleza máxima alrededor de los veinte años. A partir de entonces, ya no se podrán reforzar más. Solo se podrán mantener y disminuir su deterioro. Si no se consume suficiente calcio y vitamina D en edades de crecimiento, se llega al final de la adolescencia con un esqueleto vulnerable que será propenso a sufrir fracturas , tal vez no a los veinte años o los treinta , pero si a partir de los cincuenta o los sesenta. Aun así, es necesario mantener una dieta rica en calcio y vitamina D durante toda la vida, ya que es un seguro contra las fracturas para afrontar la vejez con una buena salud ósea.

El segundo antídoto es la actividad física. Los huesos, como cualquier otro órgano, son tejidos vivos que se adaptan a las señales que reciben del entorno. Si se los estimula con movimientos intensos y la fuerza de los músculos que tiran de ellos, interpretan de algún modo que deben mantenerse fuertes y procuran conservar el calcio. Si se lleva una vida sedentaria y no se los estimula, interpretan que no les hace falta tanto calcio y se vuelven más frágiles. No aquello que no se usa, se deteriora.

Pero no todos los ejercicios son igual de adecuados para preservar los huesos. Se ha observado, por ejemplo, que ciclistas y nadadores profesionales suelen tener menos calcio en los huesos que futbolistas o corredores de fondo. La explicación de ello está en que en algunos ejercicios uno aguanta su propio peso contra la fuerza de la gravedad y mientras que en otros no. Las actividades que ayudan a proteger los huesos, y especialmente las articulaciones de la cadera, son aquellas en que las piernas soportan el peso del cuerpo. Por ejemplo, caminar, correr, bailar, saltar, subir escaleras o deportes como el futbol, básquet o tenis. De todas ellas, la actividad que parece proteger más es saltar, posiblemente porque los repetidos impactos contra el suelo envían una señal más fuerte a los huesos para que conserven el calcio. Por el contrario, la natación no parece ofrecer ninguna protección particular contra el envejecimiento de los huesos, aunque sigue siendo una actividad recomendable por sus beneficios cardiovasculares y para ejercitar la musculatura del tronco, los brazos y las piernas.

 

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