Nutrición y estética

Nutrición y estética
Nutricionista Lima

miércoles, 2 de septiembre de 2015

¿Por qué tenemos antojos?



Una nueva investigación muestra que tener un antojo no puede ser debido a una grieta en nuestra resolución, después de todo: Podemos estar evolutivamente programados para desear altas calorías en los alimentos.

En otras palabras, se puede culpar a nuestros antepasados prehistóricos. "En la prehistoria, las calorías se encontraban en suministro intermitente y muy esencial para la supervivencia", explica Susan B. Roberts, Ph.D., profesor de nutrición en Tufts University "Por lo tanto, tiene sentido tener un mecanismo para asegurar que realmente amemos las calorías y estar dispuestos a trabajar para conseguirlas!" En la era prehistórica, los alimentos altos en calorías estaban en gran demanda y escasez.

A diferencia del fácil acceso, de alimentos bajos en calorías a base de plantas, lo que hizo prioridad a una buena dosis de grasas y calorías, que por lo general se encontraba en forma de carne. Por eso, el hombre prehistórico cuando salía a cazar y tenia éxito, el cerebro respondía a la repentina escalada de calorías con la inundación del cuerpo con la dopamina y la serotonina que lo hacían sentirse bien. 

Este aluvión de hormonas de felicidad creaba un efecto casi Pavloviano, que unía a la dieta alta en grasas, alta en calorías con los sentimientos de recompensa de la felicidad y la alegría. "Nuestros antepasados fueron cableados para buscar azúcar, grasas y proteínas", dice Anthony Salerno, un estudiante de doctorado que investiga la comercialización de los instintos de supervivencia en la Universidad de Miami. "Fue de adaptación en ese momento debido a su rareza, pero en la actualidad y que ya no es el caso porque hay comida por todas partes," Nuestro instinto natural de supervivencia nos obliga a compensar una supuesta falta de recursos, incluso si uno no existe, según una investigación de Salerno. "La gente toma una decisión deliberada para ir con algo más de relleno o de más calorías cuando perciben que los recursos son escasos en un momento determinado del tiempo", explica Salerno.

Pero no hace falta una hambruna inminente para activar estas señales. Tome la caída actual en el mercado de valores, sugiere Salerno, o despidos potenciales en la oficina. Un inconsciente (ya veces consciente) el temor de las luchas financieras pueden ser suficientes para despertar el instinto de supervivencia de comida el consumo de alimentos ricos en calorías. "Estos pensamientos pueden funcionar en segundo plano, haciendo diferencias bastante dramáticas en lo que elegimos para comer", dice Salerno.






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